Me tumbé a su lado y me agarré a ella.
-¿Estás bien? -preguntó.
-Sí, ahora sí. Pero el trabajo, la gente… no se. Estoy harto de todo.
-¿Y qué quieres en realidad?
-No estoy seguro. Quiero volar por encima de todo esto.
-Volar. ¿Volar a dónde? ¿Qué quieres encontrar?
-Aún no lo se. Pero al menos quiero tener la oportunidad de salir a buscarlo. Me siento encerrado. Tengo la amarga sensación de estar desperdiciando mi tiempo.
-¿Y si no hay nada más?
-Si no hay nada más, volveré. Pero tengo que comprobarlo.
-¿Tienes algún plan?
-Más o menos. He ahorrado algún dinero. Lo justo para coger un avión y empezar de nuevo en alguna parte. Quiero viajar, trabajar aquí y allí, ver el mundo…
-Me recuerdas al poema de Sabines. Los amorosos siempre se están yendo, siempre, hacia alguna parte… Los amorosos son locos, sólo locos, sin dios y sin diablo… juegan a coger el agua, a tatuar el humo…
Me encantaba aquel poema.
-Puede que yo sólo sea un romántico. Pero no entiendo otra forma de vida.
-Llévame contigo -me dijo.
Fuckowski, memorias de un ingeniero
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